El Fonógrafo

Venta de marfil.




Aumenta la Caza Furtiva de
Elefantes Para Vender Su Marfil
.
10 de Septiembre de 2008.


Los elefantes africanos están siendo masacrados a un ritmo
que no había sido visto nunca desde que entró en vigor en
1989 una prohibición internacional sobre el comercio de marfil.
Pero la repulsa del público contra esa práctica, que fue la que
condujo a dicha prohibición, se ha enfriado de modo notable hoy
en día, y un biólogo de la Universidad de Washington experto
en la materia sostiene que esto se debe al hecho de que la mayor
parte de la gente al parecer desconoce la difícil situación
que sufren esos mamíferos gigantes.






"La tasa de muerte de elefantes por la caza furtiva en África es
de un 8 por ciento anual según estudios recientes, más alta que la
tasa de muerte de un 7,4 por ciento anual que llevó a la prohibición
internacional sobre el comercio de marfil casi 20 años atrás", explica
Samuel Wasser, profesor de biología de la Universidad de Washington.

Ese promedio de muertes por la caza furtiva a finales de los años 80
se calculaba tomando como base una población que alcanzaba más de
un millón de ejemplares. Actualmente, la población de elefantes africanos
está por debajo de los 470.000.

Si se mantiene el mismo ritmo, ya no habrá más elefantes que los
encerrados en parques zoológicos y en áreas pequeñas de su hábitat
natural protegidas con cercas y con otras medidas extremas de
seguridad.



La situación de los elefantes ha tomado un rumbo que podría significar
la extinción para el 2020 de la mayor parte de los grandes grupos en
libertad que aún quedan, a menos que surja de nuevo una firme presión
pública capaz de traer como resultado la intensificación de la aplicación
de las leyes.

Los autores de este estudio son Wasser, William Clark del grupo de
trabajo de la Interpol centrado en los delitos contra la fauna, Ofir
Drori de la LGAO (Last Great Ape Organization) en Camerún, Emily
Kisamo de la LATF (Lusaka Agreement Task Force) en Kenia, Celia
Mailand de la Universidad de Washington, Benezeth Mutayoba de la
Universidad de Sokoine en Tanzania, y Matthew Stephens de la
Universidad de Chicago.

El laboratorio de Wasser ha desarrollado herramientas para trabajar
con el ADN, gracias a las cuales es posible averiguar de qué población
de elefantes proviene el marfil. Eso es importante, porque a menudo
los cazadores furtivos atacan los elefantes en un país determinado,
pero embarcan el marfil desde una nación adyacente para dificultar
las pesquisas policiales.

Por ejemplo, 6,5 toneladas de marfil decomisadas en Singapur en 2002
fueron enviadas desde Malawi, pero el seguimiento del ADN demostró
que el marfil procedía de un área ubicada en Zambia. Del mismo modo,
un cargamento de 3,9 toneladas en 2006 decomisado en Hong Kong,
se había enviado desde Camerún, pero las pruebas de ADN demostraron
que procedía de un área ubicada en Gabón.

Las evidencias obtenidas en las confiscaciones recientes han demostrado
de modo concluyente que el marfil no proviene de un área geográfica
muy amplia, sino que los cazadores se concentran en manadas específicas.
"Con esa información", explica Wasser, "las autoridades pueden aumentar
sus esfuerzos hacia el cumplimiento de la ley y concentrarlos en las áreas
específicas donde tiene lugar la caza furtiva y, así, evitar las matanzas de
elefantes. Pero eso sólo será posible con la suficiente presión de la opinión
pública para la reunión de fondos que permitan un esfuerzo internacional
mucho mayor para detener la caza furtiva".