Un cuarto para las doce...
¿Has observado que el panorama suele verse mas negro
poco antes de ocurrir un viraje positivo? El hombre de
negocios afirma que justo antes de hacer su fortuna,
estaba a punto de claudicar. Le llegaba el agua al
cuello cuando, de repente, todo empezo a cambiar.
A punto de renunciar, se mantuvo firme justo lo
necesario para dar a su trayectoria un giro de ciento
ochenta grados y cosechar los frutos.

Quiza te haya ocurrido que cuando sientes que no
vale la pena vivir, aparece una persona en tu vida
que eleva tu animo hasta las nubes.
La vida es asi porque existe el principio del “cuarto
para las doce”.
siempre hace mas frio y esta mas oscuro antes
del amanecer. Si resistimos lo suficiente, recibiremos
nuestra recompensa.
En el acto de dar a luz, este principio entra en accion.
Justo antes del gran milagro de l
a vida,
la resistencia
de la futura madre es sometida a una prueba de fuego,
por medio de intensos dolores y gran angustia
(¡dice mi mama que valio la pena!).
En cuanto reconocemos la existencia del
“cuarto para las doce”, la vida pierde mucho de su caracter
traumatico. En efecto, la creacio
n parece someternos a
prueba todo el tiempo, para ver si en verdad tomamos en
serio nuestras metas. Si resistimos ese poquito mas… ¡oh alegria!
Conocer este principio es tener una buena ventaja,
cuando todo es un caos,
podemos decirnos: “¿de modo que
todo marcha mal?
Eso quiere decir que aquello por lo que tanto he luchado
puede estar a la vuelta de la esquina”.
Por lo tanto, deberiamos sentirnos mejor.
Generalmente estaremos a prueba
en alguna forma,
antes de recibir algo valioso. Si estamos conscientes
del principio del “cuarto para las doce” y enfrentamos
las dificultades conscientes de que son parte del proceso
de lograr el exito, en primer lugar no seremos desertores
y, en segundo, obtendremos lo que queremos en la vida.
Cuando todo se ve “color de hormiga” puede ser el momento
de celebrar. Quiza ya estes cerca de la meta.
Amigos, que esta semana sea el “cuarto para las doce”
de sus mas caros anhelos.
Andrew Mathews